“Llevo 26 años corriendo olas y las eternas preguntas sin respuesta continúan saliéndome al camino: ¿por qué lo hago, que siento. No me da miedo? La mayoría de la gente no entiende que alguien tenga esta pasión por el mar y dedique una buena porción de su vida a ir a la playa, quitándole tiempo a las “cosas importantes” la mejor forma de responderles es que tienen que vivirlo.
ENERGIA PURA
Debo empezar por decir que son para mi las olas. Antes que nada, son ondas empujadas por el viento que llegan a la costa tras largos viajes. Son energía pura trasladándose por agua en movimiento circular, algo como un rodillo subacuatico que rueda sin parar.
Al estar cerca del continente o de una isla, el fondo marino bajo ellas disminuye, lo que hace que se encabriten y se eleven. Miradas así son majestuosas paredes de agua que avanzan dispuestas a remecer el litoral, hasta que el fondo disminuye tanto que se desploman y rompen. Pero hay olas que lo hacen desordenadamente, son simples espumas que avanzan sin fuerza. Verlas a pena. Uno las mira y piensa en toda esa energía que ha viajado por tantos miles de kilómetros para desperdiciarse así, salpicada para todas partes. O hay olas que ni siquiera llegan a romper, y explotan contra peñas y terminan como sucias muriendo en farallones de roca. Pero, felizmente, a veces una rara conjunción de factores hace que se formen olas perfectas. Verlas romper así tan ordenadamente, enrolladas en forma de tubo, es un autentico milagro. En estas olas la energía no se desperdicia, se concentra y despliega en orden, siguiendo una especie de modelo ideal. Hablo de perfección pura, y pienso, por ejemplo, en cabo blanco. Y me emociono.
LA PERFECCION EXISTE
Pues bien, para mi correr olas es fusionarme con esa energía. No solo atender como espectador a este milagro, sino ser parte de el, ser parte de la ,as bella manifestación de la energía que yo haya conocido en el planeta y fluir con ella. Hacerlo para mi es un privilegio, una constante renovación del vinculo que me une a la naturaleza y, lo que es lo mismo, que me une a lo divino”.
texto: Agustin Panizo
fuente: Somos.
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